Durante años nos esforzamos por mostrar el expediente académico a modo de vía de entrada en los puestos laborales a los que aspirábamos. Sin embargo, la tendencia en los últimos tiempos lleva a una evaluación más completa de los perfiles profesionales.
Más allá del expediente académico, resulta de gran eficacia en la actualidad la identificación de fortalezas en relación con la comunicación, la resolución de conflictos o la resiliencia (algunas de las habilidades blandas o soft skills más demandadas).
El sistema educativo, no obstante, continúa en muchos casos midiendo únicamente las materias que entran en un examen. En cambio, el mundo laboral ha dejado de priorizar los títulos.
Las instituciones educativas mejor adaptadas a la realidad laboral y más conectadas con el ámbito empresarial prestan una atención especial a la evaluación de competencias, más allá de las calificaciones relacionadas con conocimientos técnicos.
Hoy, en gran medida, marca la diferencia cómo se ponen en práctica los conocimientos, además de, por ejemplo, cómo se trabaja en equipo, cómo se afrontan dificultades o cómo se gestiona el tiempo bajo la presión de una entrega crítica.
Las universidades, los institutos y las escuelas de negocios más orientados u orientadas a la innovación buscan permanentemente nuevas formas de transformar la preparación de estudiantes para un mercado laboral en constante cambio.
En este contexto, herramientas como los profesiogramas, las metodologías de gamificación y los sistemas de evaluación competencial están adquiriendo protagonismo como parte de un cambio que no es solo tecnológico, sino pedagógico y cultural. Especialmente en entornos como la Formación Profesional, las universidades y las escuelas de negocio, donde se forma el talento que dentro de poco estará diseñando soluciones, liderando equipos o emprendiendo nuevas ideas.
El profesiograma como brújula que orienta
El autoconocimiento resulta esencial para la identificación de fortalezas y para proyectarnos a partir de estas. Sin embargo, no todas las personas terminan su etapa formativa con una idea clara de en qué destacan o qué tipo de entorno profesional les encaja mejor. La orientación a este respecto es fundamental para no avanzar a ciegas.
El profesiograma es, en esencia, una herramienta que mapea las competencias necesarias para desempeñar un determinado rol profesional, más allá del título asociado. Saber, por ejemplo, que para trabajar en atención al cliente digital se requiere capacidad de escucha activa, resiliencia y resolución de incidencias, permite a quien se forma visualizar su objetivo con mayor nitidez.
De este modo, la persona tiene la posibilidad de entender su punto de partida y qué necesita entrenar o qué competencias requiere desarrollar para acercarse al perfil deseado.
Evaluar competencias como proceso para la empleabilidad
Al hablar de evaluación competencial es preciso cambiar la manera en la que medimos el impacto del aprendizaje. De nuevo debemos referirnos aquí al autoconocimiento.
La identificación de habilidades propias relacionadas con el ámbito profesional en el que la alumna o el alumno querrá desarrollarse guardará una relación clara con su empleabilidad.
Saber cómo una persona trabaja en equipo, cómo se comunica, qué estilo de liderazgo adopta ante un reto o cómo gestiona el estrés no es solo útil para el profesorado o para la empresa que va a contratar, sino para cada estudiante.
Desde este punto de vista es preciso considerar la evaluación como una herramienta de desarrollo, no como un fin en sí mima. Igualmente, evaluar aporta más valor cuando lleva consigo una retroalimentación personalizada. Este feedback, bien utilizado, podría guiar el camino del alumnado en su inmersión en la búsqueda de empleo.
En futuros procesos de selección de personal a los que se enfrenten los estudiantes disponer de informes de retroalimentación generados por las empresas contratantes les ayudarían a orientar sus siguientes pasos para potenciar su empleabilidad y a aprovechar mejor las oportunidades que se les presenten.
Gamificación: más que jugar, experimentar
La palabra gamificación puede generar cierta confusión en entornos no habituados a explorar todos sus beneficios.
Gamificar no consiste en hacer que todo parezca un videojuego. Se trata de aprovechar los mecanismos del juego en contextos no lúdicos para activar la motivación, la participación y el compromiso en procesos que, de otra forma, podrían vivirse como obligatorios o distantes.
En el ámbito educativo la gamificación motiva y ayuda a alejar las formas de aprender de actos pasivos. Quien participa en un entorno gamificado se enfrenta a retos, toma decisiones, aprende del error, se involucra. Y lo hace muchas veces sin apenas darse cuenta de que está desarrollando habilidades como la resolución de problemas, la creatividad o la toma de decisiones en entornos inciertos.
Integrar dinámicas de juego en la evaluación de competencias no trivializa el proceso. Lo hace más accesible, especialmente para las nuevas generaciones que están acostumbradas a aprender haciendo, probando y participando.
Descubre cómo evaluar con gamificación
Aprender haciendo con simulación empresarial
La simulación empresarial ofrece un entorno seguro para aprender a decidir sin miedo a equivocarse. Esto es algo especialmente útil para enseñanzas relacionadas, por ejemplo, con el emprendimiento.
Al enfrentarse a situaciones reales recreadas, que podrían ir desde el lanzamiento de un producto hasta la gestión de un equipo o la toma de decisiones financieras, el alumnado puede experimentar de forma práctica cómo se comportan los distintos elementos de una empresa sin poner en riesgo recursos reales.
Este tipo de simulaciones facilita la comprensión de conceptos al tiempo que desarrolla competencias transversales esenciales como liderazgo o comunicación. En muchos casos, las personas que emplean simuladores de negocios en su formación descubren aspectos de sí mismos que no afloran en una clase teórica. Su estilo de liderazgo, su capacidad de análisis o su habilidad para adaptarse a los cambios, podrían ser algunos ejemplos.
Además, la simulación refuerza la conexión entre el aula y el mundo profesional. Permite que la experiencia de aprender se parezca más al contexto en el que las personas tendrán que aplicar ese conocimiento. No se trata de imaginar cómo sería una empresa: se trata de vivirla, probar, corregir y aprender desde la experiencia directa.
Conoce más sobre Simuladores Empresariales
Competencias con propósito
La introducción de metodologías o de herramientas innovadoras requiere de visión, de conexión con un propósito, para resultar realmente efectiva.
Profesiogramas, simulación empresarial o evaluación competencial con gamificación pueden ser de gran utilidad para impulsar la empleabilidad de las personas y aumentar la adecuación de sus perfiles con lo demandado actualmente en el mercado laboral al que aspiren a entrar. No obstante, todo esto debe ir de la mano de una potenciación clara del autoconocimiento para que los futuros y las futuras profesionales sepan identificar sus fortalezas, orientarlas y tomar decisiones más conscientes sobre su futuro.
En muchos casos no se trata de reemplazar métodos tradicionales. Podrían ser complementarios con otros más innovadores para ofrecer herramientas que ayuden a visualizar mejor el camino y transformar cada etapa de la formación y el crecimiento personal en una experiencia más conectada con la realidad y mejor orientada al desarrollo integral de las personas.
Tecnología como aliada
En esa transformación la tecnología es una aliada. En Grupo Gestionet somos pioneros en el uso de la gamificación en la educación. Llevamos más de 20 años acompañando a centros educativos de España y América Latina en la introducción de software en las aulas que contribuya a potenciar el aprendizaje a través de experiencias más positivas y efectivas.
Nuestros simuladores empresariales están presentes en algunas de las principales universidades. Además, Identia, nuestra plataforma de evaluación de competencias 360º ofrece retroalimentación precisa a las personas usuarias para identificar claramente sus principales habilidades y aquellas que deberían trabajar para mejorar su empleabilidad.
Nuestro software es un compañero ideal para el profesorado que quiere innovar en la manera de enseñar y de practicar con sus estudiantes. Está dirigido, por tanto, a los entornos educativos que entienden que formar talento hoy requiere algo más que transmitir conocimientos técnicos: debe inspirar, guiar y facilitar desde el autoconocimiento que cada estudiante encuentre su lugar.
0 comentarios