Las sociedades actuales cambian a pasos agigantados. Lo que ayer se había convertido en el juguete de moda hoy a pasado a estar desfasado. Los videojuegos llevan varias décadas instalados en nuestros hogares y es en los últimos años cuando se han analizado las cifras de beneficios que maneja el sector cuando gran parte de la sociedad ha empezado a tomar los videojuegos como algo «serio».
Este que les escribe ha vivido el boom del videojuego, desde su nacimiento hasta la actualidad y consume videojuegos a diario, de PC, de consola, de móvil, de redes sociales, me gusta perderme un rato en las novedades y disfrutar con las últimas mejoras de la industria. Empecé a jugar a los videojuegos con 10 o 12 años y siempre lo disfruté en compañía de mi hermano y de mis amigos. Asocié el videojuego como una cuestión de grupo, cada reto, cada victoria o cada «muerte» de nuestro personaje, era asumida como una alegría o decepción grupal. Recuerdo un juego de la Super Nintendo (Final Fantasy III, creo) que solo existía en japonés y con un adaptador-cartucho más grande casi que la propia consola lo reconvertíamos al inglés, y entre cinco amigos (lo alquilamos tantas veces que nos habría salido más a cuenta comprarlo 3 o 4 veces) traducíamos con un par de diccionarios las palabras que no conocíamos (casi todas) para poder seguir el hilo de la historia.
De lo que más me acuerdo es de 4 chavales haciendo piña, uno con el mando pausando los textos mientras otro intentaba traducir lo que podía y otro transcribía a lápiz en un papel los textos para que el último los fuese buscando en el diccionario. Sin duda todo un trabajo de equipo. ¡Y bien divertido que era! Anda que no habremos pasado horas y horas haciendo eso, y aprendiendo un buen montón de palabras en inglés y que se han quedado grabadas a fuego en nuestra memoria.
Hoy ya pasados los treinta y analizando el videojuego actual, todo ha cambiado radicalmente. Mucha demanda y muchísima oferta. Los videojuegos ya vienen traducidos y existen infinidad de publicaciones que fomentan el trabajo en equipo gracias a los juegos online multijugador. Pero como todo, al final el videojuego ha de ser visto como una herramienta y no como un fin en si mismo. La era digital nos permite transformar un palo y una piedra en un mando de consola o un ratón de ordenador como forma de ocio, pero en edades tempranas han de dosificarse las horas de disfrute de los videojuegos al igual que lo hacemos con los dibujos animados.Y por eso si nuestros hijos por su propia voluntad deciden jugar a los videojuegos, debemos de jugar con ellos en la medida de lo posible, controlando las horas y sobre todo dando especial importancia a que aprendan a separar la realidad de la ficción. Debemos introducir el videojuego como herramienta educativa para fomentar la curiosidad, para que se entiendan cómo están hechos esos videojuegos, por qué hay que hacer esto o esto otro y hacerles entender qué es real y qué no lo es. De esa manera utilizaremos el videojuego a nuestro favor y no será motivo de conflicto en nuestra relación padres-hijos primero, y en la relación con el resto de la sociedad después.
Un padre jugador
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