Los ‘gaymers’ buscan normalizar su imagen en los videojuegos

30/09/2013
Gestionet

A lo largo de la Historia, la cultura se ha convertido en el vehículo indispensable para denunciar injusticias y dar visibilidad a colectivos discriminados. La literatura, la música y, más recientemente el cine, han servido como foco a favor de la mujer, el movimiento por los Derechos Civiles y el colectivo homosexual. El videojuego, como industria cultural más joven, se ha convertido en la última plataforma en dar visibilidad al colectivo gay, lesbianas, bisexuales y transexuales (LGBT).

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El diseñador de juego y cofundador de la compañía vizcaína Pulsar Concept, Mikel Calvo, aprovechó la segunda edición de “Sin pelos en la lengua”, organizada por la asociación Hegoak, para explicar las diferentes relaciones entre los juegos y la comunidad LGTB. Para ello, recordó la evolución histórica que han sufrido los personajes homosexuales en los videojuegos y que tiene muchos puntos en común con el camino recorrido del cine: censura, burla, aceptación y visibilidad.

Calvo afirmó que uno de los primeros casos de tijeretazo censo, se llevó a cabo en el videojuego japonés ‘Final Fight’ (Capcom, 1989). Los transexuales Poison y Roxy fueron sustituidos por personajes punk en sus versiones europeas y norteamericanas. Uno de los jefes de fin de pantalla de ‘Street of Rage 3’ (Sega, 1994), Ash, que cumplía con todos los estereotipos homosexuales, no tuvo tanta suerte, al igual que los gays que aparecen como enemigos en el videojuego ‘Vendetta’ (Konami, 1991).

La censura recuerda a la que se aplicó durante 1934 hasta 1967 en Hollywood con la aplicación del código Hays, creado por la asociación de productores cinematográficos MPA,A y se encargaba de poner coto a lo que se consideraba “moralmente aceptable”. En España, durante el período franquista (1939-1975), la decisión final quedaba en manos del Ministerio de Información y Turismo.

Los primeros signos de apertura en los videojuegos permitió la aparición de personajes gays utilizados como elementos de burla. El personaje Rasputín de ‘World Heroes Perfect’ (SNK, 1995) es capaz de realizar un ataque especial que sólo funciona contra los varones. A este ejemplo, Antonio Santo recoge en un artículo sobre “La homosexualidad en los videojuegos” otros ejemplos válidos como las aventuras gráficas ‘Simon the Sorcerer’ (Adventure Soft, 1993) o ‘Maniac Mansion 2: Day of the Tentacle’ (Lucasarts, 1993).

Al igual que en el séptimo arte, la normalización fue llegando poco a poco, la relación supuestamente lésbica en ‘Fear Effect 2’ (Kronos Digital Entertainment, 2001), los Sims como “máximo exponente videojueguil en cuanto a visibilidad y normalización de los homosexuales” –tal y como definió el cofundador de Pulsar Concept– o las propuestas de ‘Fable II’ (Lionhead Studios, 2008) la saga ‘Mass Effect’ ó ‘Dragon Age’ (Bioware, 2007-2012) son un ejemplo. Videojuegos que dotan de libertad al jugador para elegir entre varias opciones sexuales.

En la situación actual del videojuego, Calvo considera que el mercado de los videojuegos es “lo bastante grande como para tener espacio un videojuego dirigido al colectivo LGTB” al igual que existen aplicaciones móviles para el mundo homosexual. Sin embargo, cuando se habla de entretenimiento, el desarrollador de la compañía vizcaína aboga por “integrar” el contenido LGTB “si se quiere llegar a un público amplio y realizar un trabajo comercial”. En definitiva, “mayor visibilidad” sin que afecte la historia que se quiere contar.

Camino por recorrer

En pleno sigo XXI hablar de normalización del colectivo LGTB puede parecer una perogrullada. Sin embargo, el último Mapa Arco Iris publicado por la asociación internacional de Lesbianas, gays, bisexuales, transexuales en Europa (ILGA-Europe) ofrece una visión muy distinta: un 71% de los países del continente europeo no ofrece garantías jurídicas a este colectivo.

Este trabajo de (ILGA-Europe) recoge el nivel de respeto de los derechos de este colectivo en ámbitos como la legislación y políticas contra la discriminación, el reconocimiento familiar, asilo, el respeto del derecho de asamblea, asociación y expresión, reconocimiento jurídico del género y la protección contra la incitación al odio en 49 países del ámbito europeo.

España se sitúa en la quinta posición del ranking junto a países como Bélgica, Noruega, Suiza, Portugal y Francia; únicamente superado por el Reino Unido. Azerbaijan, Armenia y la Federación Rusa se sitúan en la cola de este Mapa Arco Iris.

Por Julen Zaballa, ‘Asadapi’

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